8.3.10

Día 3 (lunes)

¡Vaya día completo!. Por si ya de por sí tuviera poco contenido (montar la carpa, el pregó infantil, la encesa y llevar la gaiata al sector) se le ha añadido el aplazado Desfile de Gaiatas, ¡casi nada!.
Antes de las 10 de la mañana ya estaban en danza los primeros tircolomers con el objetivo de hacer habitable la que por una semana será su casa. Todo estaba en el cau y ya todo está en la carpa: neveras, comida, bebida, lavadero... También luz y sonido han recibido un definitivo empujón. Todos (salvo los infantiles que estaban en un gélido pregó infantil del que han venido congeladitos-congeladitos) han arrimado el hombro. ¡Vaya equipo!. Y claro, tanto trabajo merecía un descansito con un buen desayuno y Jero ha tenido la gentileza de proporcionarlo, ¡gracias!. Después de comer en la carpa hemos ido a sacar las gaiatas. Hoy ya no amenazaba lluvia y hasta el almacen de gaiates nos hemos desplazado para finalmente dejarlas preparadas en la C/San Roque listas y dispuestas para el que va a pasar a la historia como uno de los desfiles de gaiatas más gélidos...¡Y vaya si lo fue!. El público enfundado en abrigos y chaquetones y tapados con mantas y nosotros pasando un tremendo frio ya no solo durante el desfile (en la foto aparece la comisión que desfiló vestida de castellonero) sino en la espera del acto de la Encesa.Dos horas de plantón en la Avda. del Rey Don Jaime amenizadas por nosotros mismos... Las gaiatas íbamos posicionándonos para hacer "2 actos en 1" pero con el frío polar como compañero inseparable. Tal situación fue provocando deserciones aunque el grueso de la expedición seguía resistiendo en pie. ¡Bravo!.Acabado el acto, ¡corriendo a la carpa a cenar... corriendo a casa a cambiarse... y corriendo a la Avda. del Rey a coger la gaiata para llevarla al sector!. ¡¡Qué estrés festivo!!El recorrido fue relativamente tranquilo y solo al final se produjo el "efecto Carlos Sáinz" (cuando ya teníamos a pocos metros de la plaza se presentó el problema). ¡Trata de superar ese cable, por dios!. Y lo hicimos gracias a un hierro del andamio. Y cuando ya teníamos a pocos metros la meta, ¡de nuevo la maldición del piloto madrileño de rallyes!: la rampa de este año ¡¡era más pequeña y la gaiata no subía a la plaza!!. En un nuevo alarde de creatividad logramos subirla, ¡uff!. Eran casi las 3 de la mañana y, salvados los obstáculos, estábamos en disposición de dejarlas bien ubicadas... pero pocos imáginábamos el último escollo: rodearlas con las vallas de plástico pues ¡cómo demonios se abren las patas de estos trastos!. Rosa no acaba de verle el truco... Martina definitivamente ha desistido... Ania y Verónica se afanan, sin levantar cabeza, para darle la vuelta a esa pata que ha de sujetar el maldito invento... y Gaspar, tocado para la ocasión con una discreta gorra provista de orejeras, recurre al método tradicional (el patadón repetido acompañado de exclamaciones entrecortadas entre soplido y soplido) para abrirlas. ¡Pero funcionó! porque de hecho le dio a Sonia, la madrina, la valla que orgullosamente procede a colocar... ¡Y es que a las 3 de la mañana tras un día como éste queda muy poco lugar para las sutilezas!. ¡¡¡Bona nit y mañana será otro día!!! (esperemos que más normalito).